¿Quién no tiene al menos dos o tres tubos de cacao esparcidos por el fondo de diversos bolsos? ¡Seguro que no somos las únicas! Sobre todo en los meses de frío y en zonas secas, el cacao o la vaselina labial son nuestros mejores aliados para mantener nuestros labios hidratados y suaves. Pero… ¿realmente nos están ayudando? ¿No os da la sensación, a veces, de que después de que se vaya el cacao, tienes los labios peor que antes? Entonces, vuelves a sacar el labial y a echarte otra capa. Y así, todo el día, y sin que el labio mejore.
Pues hoy os vamos a contar por qué esta práctica no es precisamente saludable. ¡No penséis que venimos a fastidiar la fiesta! Pero os queremos advertir de los peligros que pueden entrañar ciertos ingredientes muy presentes en los cacaos y vaselinas labiales.
Petróleo en tus labios
Seguro que reconoces este bote de Vaselina Gal. ¿Quién no ha tenido uno? (Y, ¿quién no ha pasado por la tragedia de que se rompiera la tapa?) Nuestras madres, y nosotros, lo hemos usado durante años para todo: para los labios, para los codos secos, para esas heriditas horribles que aparecen alrededor de la nariz cuando estás resfriada….
Pues bien, el ingrediente principal de este producto es un derivado del refinamiento de petróleo, que se descubrió a mitad del siglo XIX. Al ser un derivado del petróleo, no es un producto sostenible ni ecológico. Y no os creáis que está presente sólo en esta marca, no. Casi todos los cacaos y productos labiales supuestamente hidratantes lo contienen.
¿Qué efectos tiene este producto sobre nuestro cuerpo?
Aunque te dé la sensación de que la vaselina hidrata los labios, en realidad lo único que hace es crear una barrera sobre tu piel que la suaviza y que evita que el agua se evapore, pero no aporta hidratación alguna. De hecho, tapona los poros, por lo que si la aplicas en la cara es muy fácil que tras su uso empiecen a aparecer granitos, porque lo que consigue es sellar la suciedad dentro de nuestros poros al no dejarlos respirar. Recuerda que a través de los poros eliminamos toxinas, suciedad y otros contaminantes, por lo que usar productos que los tapen nunca es buena idea. Es básicamente como cubrir tu piel con una capa de plástico. Además, los derivados del petróleo presentes en las vaselinas atacan al colágeno y a la elastina, lo que hará que nuestra piel aparezca más envejecida.
Estos efectos no parecen demasiado malignos, ¿verdad? Al final y al cabo, todos hemos tenido granitos alguna vez y no se ha acabado el mundo. Sin embargo, el verdadero problema que reside en estos ingredientes es que no se garantiza su pureza, de manera que pueden contener impurezas como los PAHs (hidrocarburos aromáticos policíclicos) que son cancerígenos. Si el producto llega a los pulmones (por ejemplo, si lo aplicas alrededor de la nariz cuando la tienes seca), puede causar neumonía lipoidea. Además, al aplicarse estos productos en los labios, es muy difícil no ingerirlos al hablar, al chuparnos los labios, etc. ¡De ahí que sea tan importante evitarlos!
¿Cómo reconocerlos y sustituirlos?
Estos ingredientes suelen aparecer como paraffinum, parafinum liquidum, aceite mineral, mineral oil, petroleum jelly… aquí tenéis una lista más exhaustiva. Os aconsejamos que los evitéis dentro de lo posible, o que si los seguís usando, no lo hagáis demasiado a menudo, ya que estos ingredientes se acumulan en nuestro organismo y a la larga pueden causar muchos problemas.
¿Qué podéis usar entonces? Hay muchos labiales que utilizan alternativas naturales a estos ingredientes, como puede ser la cera de abeja, el aceite de coco, aceite de oliva (y otros aceites naturales). Estos ingredientes son naturales, se pueden conseguir de manera ecológica, y lo más importante, no dañan nuestra piel ni nos darán problemas a largo plazo.
Así que ya sabéis: ¡nada de chuparse los labios si nos echamos cacao!
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